Heráldica

Sirvan estas breves líneas para presentar las directrices heráldicas de las nuevas armas o emblema corporativo de la Fervorosa Hermandad de Culto y Procesión del Santísimo Cristo de la Crucifixión y María Santísima del Mayor Dolor en su Soledad.

 Julián Colchado fue el primer mentor de la primera insignia corporativa al idear una corona de espinos que orla las tres cruces del Calvario con un haz de clavos a los pies del madero. De este embrión se gesta el actual proyecto que ha sido ideado por Antonio Rodríguez.

Rodríguez interpreta en su barroquizante lenguaje compositivo una tarja o cartela de perfil mixtilíneo y que se extrae del recetario de la arquitectura lignaria del siglo XVIII. Por otro lado, la lección permanente del trono del Cristo que realizara Manuel Toledano, actúa de referente al proyecto del escudo. Así pues, un mascarón dieciochesco de trazo sinuoso y de planta centralizada vertebra las armas en su perfil o silueta exterior. Todo el conjunto aparece timbrado por una corona con imperiales como elemento mariano de la realeza de la Virgen.

En el interior del campo del heraldo, Rodríguez extrae el primer heraldo y lo coloca en la parte central superior con la tradicional fórmula iconográfica de mostrar las tres cruces del Gólgota; la del Señor más elevada y la de los ladrones Dimas y Gestas con cordeles que penden del patibulum. En un plano más inferior dispone dos ovas o mandorlas de trazo oval, acoladas las dos en composición; en la de la izquierda dispone del icono de la orden de los pasionistas, orden a la que profesa el gran catalizador de la Hermandad en sus primeros momentos: el padre Cacho. A la derecha, aparece el Agnus Dei (Cordero de Dios) como evocación a la parroquia del Buen Pastor. Es un crisol de elementos del pasado corporativo y pulsados en un mensaje barroco; Rodríguez dispone a la vez sendas cartelas centrales con el intradós curvo mientras que en su trasdós o lado exterior, aparecen unas líneas apergaminadas inerconexionadas con motivos fitomórficos que le imprimen mayor dinamismo y movimiento composicional.

 El espíritu concepcionista aparece de modo palmario en el empleo de la azucena y los cardos imbricados en el fondo del espacio heráldico; es un canto al verso del Cantar de los Cantares: ‘Flor entre los espinos’.